Guía sobre este último adiós

El 45% de los fallecidos en España durante el año  2022 fueron cremados. Esto es lo que indican las cifras oficiales. En realidad, echando un vistazo a las estadísticas anuales desde el 2004, las incineraciones han ido creciendo exponencialmente.

En el lapso que va desde el 2004 y el 2022, el porcentaje de cremaciones aumentó tres veces. Es decir, 300%, lo cual es una cifra que evidencia que no se trata de una moda snob, sino una práctica que se va arraigando más en la sociedad. Aunque hay más predominio en las grandes ciudades, también ha venido creciendo en las regiones rurales.

Ahora bien, apartando lo romántico y simbólico de dar un último adiós cremando a un ser querido y lanzar sus cenizas al mar, hay una normativa que seguir en esta materia. Es importante asesorarse y buscar a los expertos en la materia para poder evitar multas y sanciones que pueden sobrepasar los 1000 euros.

Al cremar un cuerpo, los familiares suelen dar diversos finales a las cenizas. Encontrar el lugar ideal para los restos funerarios implica varias modalidades. Llevarlas a casas es una de las opciones y era muy común hasta que surgieron alternativas más espirituales.

Los columbarios son otra opción. Estos sitios ofrecen un lugar adecuado para las cenizas de un difunto. Son lugares creados específicamente para albergar las urnas con restos cremados. Suelen encontrarse en cementerios. No obstante, son cada vez más frecuentes en espacios abiertos, edificios muy artísticos con bella decoración e iluminación, jardines, comunidades montañosas o costeras, entre otras.

Estos son muy usuales en las culturas asiáticas, pero son más y más comunes en occidente donde se adaptan incluso a necesidades religiosas y proporcionan lugares de paz para orar.

A muchas personas les resulta muy reconfortante visitar el columbario o nicho o cementerio de su familiar o amigo. Pero, esparcir las cenizas del difunto en una cordillera, el mar, río u otro lugar natural significativo para el difunto a su familia se está tornando algo más habitual a medida que pasan los años.

Si las urnas funerarias no van a un columbario, sino a un ambiente o paisaje natural hay que seguir ciertas normas que se describen a continuación.

Las sanciones y multas: consecuencias legales por la disposición incorrecta de cenizas

En cuanto al tratamiento de las cenizas de incineración en lo que a legalidad se refiere, cada comunidad autónoma en España tiene sus propias normas. Esto se debe, lógicamente, a que el Estado les otorgó competencias en esta materia. A esto hay que añadir, asimismo, que las leyes locales que regulan los cementerios, los columbarios y el medio ambiente y, por ende, dependiendo de las particularidades de la CCAA, pueden aplicar directrices especiales.

Dos cosas son evidentes a este respecto. En primer lugar, colocar la urna en sitios públicos o esparcir las cenizas en estos, es una acción que está específicamente prohibida. La segunda particularidad es que alguien designado por el difunto o por la familia debe ocuparse de la disposición final de las cenizas.

Ante las leyes tan estrictas cabe preguntarse ¿Son contaminantes para el medio ambiente los restos incinerados? Existe un gran debate al respecto. Por un lado, la legislación española los considera productos con químicos nocivos y los trata en consecuencia. Sin embargo, existen estudios que contradicen esta noción.

Las cenizas de un difunto están compuestas por calcio, celulosa, potasio, fosfatos y carbonatos, básicamente. Los filtros instalados a la hora de la cremación ayudan a disminuir el impacto medioambiental de esta actividad.

Ahora bien, los restos humanos son biodegradables, pero las urnas no lo son siempre y para la producción y el uso de estos contenedores se aplican también severas leyes europeas.

Las empresas que se dedican a la disposición final de las cenizas cuando son arrojadas al mar cumplen estrictamente estas leyes y se someten de forma periódica a controles externos (privados y de organismos públicos) que atestiguan el impacto ambiental de sus procedimientos de acuerdo a la normativa europea.

Entonces, ¿es aceptable y leal arrojar cenizas al mar? Es importante tener en cuenta si se realiza según lo dispuesto. Es decir, mar adentro y no en las orillas y con urnas biodegradables es legal este último adiós.

Sin duda, al estudiar con más detenimiento este tema existe un vacío legal en muchas partes de las leyes españolas.

Sin embargo, no en todas pasa esto. En algunas comunidades autónomas, sin entrar en el hecho de si el mar es sitio público o no, tirar las cenizas en el océano está considerado como un delito contra el medioambiente.

En concreto, se hace referencia al vertido de residuos no autorizados al mar. Suele conllevar una multa de 750 a 1000 €.

Es importante informarse sobre la normativa particular del municipio y comunidad autónoma relacionada con las cenizas de personas fallecidas. De esta manera se evita ser víctima de una sanción o multa en un momento tan sentimental y delicado.

En caso de que la CCAA así lo disponga, es preciso utilizar urnas biodegradables y homologadas. Pero, esto no será un problema, ya que si el ayuntamiento lo permite, seguramente habrá un proveedor.

Estos recipientes han sido elaborados a partir de materiales naturales como la arena, la sal y feldespatos u otros minerales que se degradan rápidamente al entrar en contacto con el agua salada sin ocasionar perjuicio al medioambiente y que, finalmente, hacen que las cenizas se liberen.

Normativas y legislaciones: conoce las leyes y regulaciones que prohíben tirar cenizas al mar

Para actuar legalmente, hay que acudir a la Dirección General de la Marina Mercante del Ministerio de Fomento, organismo que aprueba el esparcimiento de cenizas en el mar.

Los particulares no reciben esta autorización. Se le da a empresas que poseen personalidad jurídica y son especializadas y están autorizadas para esparcir cenizas en el mar.

Una vez recibido el permiso, deben, además, cumplirse varias condiciones. La más crucial: no pueden arrojarse al mar sin haber sido filtradas en los hornos crematorios. La segunda más importante: una urna designada, biodegradable y que haya sido certificada por las autoridades medioambientales.

En conclusión: la legalidad o no de esparcir las cenizas en el mar sin multas o sanciones depende, entonces, de la comunidad autónoma y su legislación.